miércoles, 20 de julio de 2016

"57th & 9th", LO NUEVO DE STING


DENTRO DEL PRIMER ÁLBUM DE ROCK DE STING EN DÉCADAS

Cómo la muerte de Prince y el cambio climático inspiraron el “impulsivo” nuevo LP

18 de Julio de 2016

Es una perfecta mañana de domingo, pero Sting, sin afeitar y desaliñado, está tumbado en un sillón en un oscuro estudio de Nueva York, pegando una cabezada antes de empezar el trabajo del día. Aún se está recuperando de su actuación de la pasada noche en el Jones Beach Theater de Nueva York, la tercera fecha de su gira veraniega junto a Peter Gabriel. “Fue un entrenamiento”, dice, “Llevo despierto desde las 5:30, soy el hijo de un lechero”. Sting está trabajando para ultimar “57th & 9th” (nombre de la intersección que cruza cada día para llegar al estudio), que le ha devuelto al sonido rock después de más de una década. “No es un álbum de laúd”, dice con una sonrisa, haciendo referencia al álbum de 2006 “Songs from the labyrinth”. “Es lo más rockero que he hecho en bastante tiempo”. Este disco es una especie de viaje por todo lo que he hecho, pero el buque insignia parece ser esta cosa enérgica. Estoy muy feliz de desplegar este mástil y ver cómo funciona”.

Las analogías navieras parecen persistir en su mente porque él pasó los últimos años escribiendo, y por último actuando en “The last ship”, un musical de 2014 basado en su niñez en la Inglaterra de postguerra. El proyecto continuó una productiva y libre década de trabajo que incluyó un LP de canciones navideñas, el orquestal “Symphonicities” y una maratoniana gira de reunión con Police en 2007 y 2008 – él hace hincapié en que esto no ha influido en el sonido de su nuevo LP – “Aquella reunión fue un ejercicio de nostalgia, simple y claramente. Un muy exitoso ejercicio de nostalgia, pero no hay intención de repetirlo de nuevo”. “The last ship” llegó hasta Broadway, pero echó el cierre tan sólo tres meses después. “Encuentro muy gratificante el haber llegado tan lejos. Fueron los cinco años más satisfactorios de toda mi vida”. Después de que se acabara el musical, Sting se encontró en un raro periodo de inactividad. “Caminaría por el parque y no me diferenciaría mucho con alguien sin trabajo. Bien, tengo una casa en la que puedo estar pero enseguida empiezo a ponerme nervioso”.

Así que hizo caso al consejo de su nuevo mánager, Martin Kierszenbaum – que trabajó en la compañía discográfica de Sting antes de dedicarse por completo a él a partir de este año – y reservó un estudio junto a un pequeño grupo de músicos, entre los que se encuentran los habituales Vinnie Colaiuta (batería) y Dominic Miller (guitarra), y también Jerry Fuentes y Diego Navaira de “The Last Bandoleros”, un grupo de Tex Mex de San Antonio del que Kierszenbaum también es mánager. “Sting llegó un día sin ningún material y lo escribió allí mismo con los músicos en el estudio. Esto aumenta la tensión, porque todo cuesta dinero”. “La mayoría está hecho de una manera impulsiva”, dice Kierszenbaum, qué además produce el LP, “Una o dos tomas. No creo que haya sonado tan rockero desde “Synchronicity”.

Gran parte del álbum, dice Sting, es sobre la emigración. “Inshallah” cuenta la historia del viaje de unos refugiados por Europa. “One fine day” centra su objetivo sobre los escépticos al cambio climático. “El mayor motor migratorio será el clima”, dice, “Millones de personas buscarán un lugar seguro. Aún estoy algo deprimido de que Inglaterra se salga de la Unión Europea sin un buen motivo. Al menos la Unión Europea tiene un programa para abordar el cambio climático”. “La mortalidad es algo muy presente, particularmente a mi edad”. Uno de los platos fuertes es “50.000”, una sombría balada qué escribió la misma semana en que murió Prince. Sting describe el proceso de leer el obituario de uno de sus colegas del rock & roll, recordando días de gloria en estadios y uniéndolo a miedos existencialistas. “La mortalidad no puedes quitártela de la cabeza, particularmente a mi edad – tengo 64 años – “, dice, “Realmente es una observación de cómo nos impacta a todos cuando un icono cultural muere: Prince, David Bowie, Glenn Frey, Lemmy. Ellos son nuestros Dioses, de algún modo. Así que cuando mueren, nosotros tenemos que cuestionar nuestra inmortalidad. Incluso yo, como estrella de rock, tengo que cuestionar la mía. Es la agridulce conclusión de que la arrogancia no sirve de nada al final”.

Sting tuvo su último gran éxito comercial cuando tenía 48, con “Brand new day” (1999), con el que ganó dos Grammy y fue multiplatino. Esta vez, él es cauto con las expectativas. “La industria discográfica está en un estado de caos y hundimiento”, él dice, “No tengo la menor idea de las expectativas que hay. No es como en los viejos tiempos. El rock & roll es algo arcaico ahora, no hay una cohesión social como solía haber”. ¿Por qué él cree que es el momento de regresar al género?. “Para mí el elemento más importante en la música es la sorpresa. Yo me he mantenido dando giros inesperados. Es mi trabajo, la gente es bienvenida a compartirlo conmigo”, se ríe, “Realmente hago lo que jodidamente quiero”.

(c) Rolling Stone By Patrick Doyle


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