ESTADIO DE GRAN CANARIA, LAS PALMAS DE GRAN CANARIA (13/7/2011).
El acuerdo llegado entre Live Nation y la productora local Maldito Rodríguez hizo posible algo que nunca se había conseguido antes, que Sting actuara en las Islas Canarias, aunque había habido varias negociaciones anteriores que no llegaron a buen puerto. El elevado prestigio con el que cuenta la Orquesta Sinfónica de Gran Canaria (OSGC), única española cuyas grabaciones ha llegado a publicar el sello Warner, hizo que fuera la elegida para acompañar en tan señalada cita a Sting y su banda. Tres meses tuvieron para practicar las partituras, a la vez que grababan un nuevo disco y preparaban la nueva temporada de conciertos. Su director artístico desde 2004 Pedro Halffter cedió el liderato de la Orquesta al norteamericano Chelsea Tipton II, que a su vez sustituyó a la conductora oficial de la gira Sarah Hicks durante la gira española de 3 conciertos.
El Cabildo de Gran Canaria además de aportar 60.000 € cedió el Estadio de Gran Canaria y la OSGC renunció a su habitual caché para aminorar el coste que supone contratar a un artista de la talla de Sting con un montaje detrás tan costoso como el que en esta ocasión trae. No estuvo exenta de polémicas las cifras que unos sacaron a relucir y que otros negaron rotundamente, pero lo innegable era la proyección que para la isla tenía un concierto de estas dimensiones y los beneficios generados como consecuencia del mismo. Las más de 12.000 entradas disponibles para este evento no tardaron demasiado en agotarse.
La llegada de Sting a Gran Canaria provocó más de una desilusión, su entrada al lujoso Hotel Santa Catalina fue meteórica, con una educada sonrisa pero sin pararse a firmar autógrafos. Esa tarde acudió al primer ensayo general de 3 horas. Al día siguiente sería el segundo y último ensayo antes del concierto programado para las 9’30 de la noche.
Enormes colas de acceso, retraso de casi una hora del inicio de la actuación, el nivel del sonido no siempre fue el necesario en los graderíos más elevados,… a pesar de los fallos de organización y de producción el concierto contó con el beneplácito de un público muy entregado y dejó la sensación general de haber visto un espectáculo de primer orden.
“Every little thing she does is magic” dio el pistoletazo de salida, después de uno de sus grandes hit en solitario “If I ever lose my faith in you” llegaría uno de sus temas más emblemáticos que sin embargo nunca llegó a ser un éxito en listas, “Englishman in New York”, en donde pudo brillar el clarinetista croata Radovan Cavallín. El extremado intimismo de “Roxanne” no le restó atractivos, después de los reconocibles ritmos latinos de “Straight to my heart” llegó el romanticismo decadente con “When we dance” y probablemente uno de los momentos más álgidos de este primer set, “Russians”, cantada con enorme dramatismo y con un acompañamiento orquestal magnífico. Seguirían la vaquera “I hung my head” y la confesional y autobiográfica “Why should I cry for you?”. El tercer gran momento lo ofrecería “Whenever I say your name”, donde la corista Jo Lawry hizo un trabajo vocal inolvidable y le dio un gran solo en su apertura a la violinista rumana Mariana Abacioaie. La bucólica “Fields of gold” no necesita de ninguna orquesta para ser disfrutada, al menos sirvió para dar uno de los escasos momentos de lucimiento del lugarteniente de Sting, el guitarrista Dominic Miller. La vieja rabia punk setentera de “Next to you” dio paso a un descanso de veinte minutos.
El punteo de guitarra de “Shape of my heart” abrió el segundo set, y el tema “This cowboy song” renovado con aires folk demostró ser una noche más uno de los mejores momentos del concierto, con baile incluido. El Sting más tenebroso afloró en “Moon over Bourbon Street”, antes que las menos conocidas e igualmente excelentes “The end of the game” y “All would envy” relajaran a la audiencia antes del climax final, con la emblemática “King of pain” y la archiconocida “Every breath you take”.
En los bises finales los ritmos árabes de “Desert rose” levantaron de nuevo al público, que se mantuvo en pie con ese acelerado twist que es en realidad “She’s too good for me”. La emoción volvió a apoderarse del ambiente con “Fragile” y sobre todo con una desnuda y descarnada versión de “Message in a bottle”, que suponía la única novedad con respecto al repertorio que trajo Sting en su anterior visita en octubre del pasado año. Ahora el grandioso espectáculo contaba con 4 temas menos y con un escenario más íntimo.
SETLIST 1:
Every little thing she does is magic / If I ever lose my faith in you / Englishman in New York / Roxanne / Straight to my heart / When we dance / Russians / I hung my head / Why should I cry for you? / Whenever I say your name (con Jo Lawry) / Fields of gold / Next to you.
SETLIST 2:Shape of my heart / This cowboy song / Moon over Bourbon Street / The end of the game / All would envy / King of pain / Every breath you take.
ENCORES:
Desert rose / She’s too good for me / Fragile / Message in a bottle (Acústica).
MÚSICOS:
Sting (Voz, guitarra y armónica), Dominic Miller (Guitarra), Ira Coleman (Bajo), Rhani Krija (Percusión), Jo Lawry (Coros), Chelsea Tipton (Conductor) y la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria.
AUDIENCIA:12.000 espectadores.
[14]: La plaza de toros de Granada última el escenario en el que Sting actuará un día más tarde y que contará con 100.000 watios de sonido y 200.000 de luz. Para su montaje se necesitó de 150 operarios.
A mediodía llega Sting a Granada, se aloja en el Hotel Fontecruz en la Gran Vía de Colón y al igual que en Gran Canaria evita al máximo el contacto con prensa y con el público en general. Esa tarde acude a un ensayo general con la OCG y después cena con su mujer y sus músicos más cercanos en la ciudad.
[...Continuará]
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