L’Auditori, Sala 2 Oriol Martorell, Barcelona. (2/10/2010).
Imagina que estás en un lugar donde todo va bien. Sin sobresaltos, sin dolor, un lugar donde todo encaja: las notas, los ritmos, tú. No hay crisis. Relájate. Hoy eres un poco vip. Un guiño seductor, algo de humor blanco. ¿Conoces esta canción? De eso se trata, de que la reconozcas. De que las reconozcas todas. Esta, por ejemplo, es de aquella película tan bonita, Cinema Paradiso. Y menudo sonido, suena de fábula. Ahora un poco de emoción, pero no te preocupes, todo está bajo control. Aquí nada puede salir mal. Relájate.
El sábado, durante un par de horas, la sala 2 del Auditori fue una gran sala vip, en la que el apuesto Chris Botti ejerció de cicerone. No inventa nada ni lo pretende. Las radios retro andan llenas de voces susurrantes, medios tiempos y acabados de gama alta. Pero Botti, tan desconocido aquí como estrella en Estados Unidos, es excepcionalmente bueno en esto. Tiene el mejor sonido: una trompeta de dicción perfecta con un timbre suavísimo, y se rodea de una banda intachable que incluye, entre otros, al portentoso guitarrista Mark Whitfield y a la corista de The Rolling Stones.
Su repertorio es infalible. ¿Hay alguien que no se embelese con la cadencia de “Ave Maria” o que no reconozca “Nessun dorma”, con la de veces que la cantó Pavarotti? ¿Quién no movería el pie con “The look of love” convertida en funk huracanado? ¿Y a quién no le gusta un poco del Miles Davis más cool?
El ex-trompetista de Sting cree en la música como espacio de confort y en los conciertos como un momento para el relax. Su misión es hacer que el público se sienta bien. Todo gira alrededor de ese objetivo: la música pero también la puesta en escena, propia de un showman con muchas horas de vuelo.
Botti habló de sus amigos Sting y Andrea Bocelli, contó como quien no quiere la cosa lo de aquella gala de la CNN en la que coincidió con George Clooney y Justin Timberlake y se preocupó de que supiésemos que todo, absolutamente todo, lo que sonó aquella noche, era material de éxito. Fino trompetista, experto entertainer; relájate, con Chris estás en buenas manos.
Músicos: Chris Botti (Trompeta), Geoffrey Keezer (Piano), Billy Kilson (Batería), Mark Whitfield (Guitarra), Carlitos del Puerto (Contrabajo), Andy Ezrin (Teclados), Aurelia Duca (Violín) y Lisa Fischer (Voz).
Audiencia: 300 espectadores.
Músicos: Chris Botti (Trompeta), Geoffrey Keezer (Piano), Billy Kilson (Batería), Mark Whitfield (Guitarra), Carlitos del Puerto (Contrabajo), Andy Ezrin (Teclados), Aurelia Duca (Violín) y Lisa Fischer (Voz).
Audiencia: 300 espectadores.
Fuente: Roger Roca (El periódico.com).
Sala de Cámara del Kursaal, San Sebastián. (3/10/2010).
El trompetista norteamericano Chris Botti ofreció uno de esos conciertos que crean afición al jazz. Fue una actuación brillante, llena de una energía desbordante, muy funky y divertida. En definitiva música para pasárselo bien y olvidar el aburrimiento, algo –el aburrimiento- en lo que caen con demasiada frecuencia los músicos de jazz, tan preocupados por expresarse y tan despreocupados por quienes tienen enfrente…
Botti y su potente banda plantearon un concierto en el que tuvieron lugar tanto temas propios como ajenos, y fue en esta parte donde el público se lo pasó mejor y es aquí donde se crean las aficiones a esta música llamada jazz, pues oír las variaciones y combinaciones a las que puede someterse una canción conocida, es algo que roza lo mágico. Clásicos del jazz como “When I Fall In Love” y “Flamenco Sketches” de Miles Davis, arias de ópera como “Nessun dorma”, música clásica como la versión del “Ave María” o temas provenientes del pop como “The Look of Love” o el “Hallelujah” de Leonard Cohen; así lo demuestran.
El trompetista de Portland (Oregon, EE.UU) estuvo acompañado por una potente banda que estuvo a la altura de lo que de ellas podía esperarse, funcionando a ratos como una auténtica máquina arroladora, y donde destacó la presencia del guitarrista Mark Whitfield, un hombre con una carrera propia muy interesante. Merece también la pena destacar el trabajo de la violinista y la cantante Lisa Fischer, una mujer que se ha curtido como corista en bandas como los Rolling Stones.
La única pega a este intenso concierto no vino por parte de los músicos que estuvieron fenomenales (a pesar de ese gusto que Botti tiene por las baladas edulcoradas…) sino que estuvo en la escasa respuesta del público, pues fueron poco más de trescientas personas las que respondieron a la cita con este músico. Una pena, pero cabe temer que así es como se escribe la historia del jazz en San Sebastián.
Audiencia: 300 espectadores.
Audiencia: 300 espectadores.
Fuente: J.M. P.R (Distrito Jazz.com).
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