FESTIVAL COOLJAZZ, PARQUE OS POETAS, ESTADIO MUNICIPAL DE OEIRAS, LISBOA (PORTUGAL). (29/6/2012).
El verano pasado no acudí a ver ninguno de los 3 conciertos que Sting dio en España (en las Palmas de Gran Canaria, Granada y Calella de Palafrugell), era la primera vez en 18 años que me saltaba a la torera la tradición de ver una de sus fechas fijadas en nuestro país. Tenía mis motivos, consideraba que el espectáculo con el que regresaba era una versión muy mutilada de lo que yo había visto unos cuantos meses antes en Madrid y no quería que nada pudiera estropear el estupendo recuerdo que conservaba. Más tarde descubrí que la faceta de showman de Sting y sus estupendos comentarios introductorios también habían prácticamente desaparecido. Además las orquestas elegidas para acompañarle por muy profesionales que fueran y por muy ensayado que lo llevaran no podían sonar jamás como la Royal Philharmonic Concert Orchestra con la que Sting había estado tocando de continuo durante 5 meses.
Ahora un año después se presentaba la oportunidad de volver a verle con otra gira totalmente distinta, la “Back to bass”, una vuelta a la sencillez, a los orígenes de las canciones perdidos entre tanta opulencia, y que contaba además con la misma banda de acompañamiento (aunque ahora ampliada) que vi en mi primer concierto de Sting (el de las Ventas de 1993), el conocido como “Dream Team” o lo que es lo mismo Dominic Miller (a la guitarra), David Sancious (a los teclados) y Vinnie Colaiuta (a la batería). La elección de los dos conciertos (Tenerife e Ibiza) suponía una complicación logística y económica para el humilde peninsular que soy. La cancelación del concierto de Tenerife (que seguramente habrá dejado compuesto y sin novia a muchos de sus fans, sin concierto y con vuelos y/o paquetes vacacionales pagados) y su sustitución por el de Marbella (con precios abusivos y para gente estirada loca por aparentar que desconoce por completo la carrera como solista de Sting, que al fin y al cabo es lo que aquí se venía a conmemorar, sus 25 años al margen de Police) más que una broma de mal gusto, es una ofensa.
Tal y como estaba el patio solo quedaba una posibilidad: Lisboa. Aunque acudir allí dos días después de que España apeara a Portugal de la Eurocopa no parecía lo más sensato, pero ya no había vuelta atrás. La expectación por el concierto había cubierto holgadamente los pronósticos, Sting que era el encargado de dar el pistoletazo de salida al Festival CoolJazz (celebrado en la Villa de Oeiras) había despachado a buen ritmo las 10.000 entradas puestas a la venta. Había razones de peso para ello, Sting llevaba 6 años sin actuar en Portugal y tampoco son muchas las oportunidades que allí han tenido de verle en directo. Recapitulemos, Police actuaron por primera vez en Lisboa en septiembre de 1980 y no regresarían hasta septiembre de 2007 al Estadio Nacional. Sting como solista no tocaría en Lisboa hasta agosto de 1993 en el Estadio José Alvalade, repitiendo en junio de 2000 en el Estadio Nacional y posteriormente en las ediciones de 2004 y 2006 del Rock in Rio. Las 7 actuaciones dadas en Portugal frente a las 58 en España son todo un abismo, si comparáramos con Inglaterra, Francia, Italia o Alemania la desproporción sería de proporciones bíblicas.
Dos horas y media antes del inicio del concierto ya había unos cientos de personas sentadas guardando su sitio en el estadio del Parque Dos Poetas bajo un suave sol. Para mi sorpresa no había apenas españoles, unas conocidas fans en primera fila (Stina entre ellas), Carlovita (un seguidor de este blog con el que quedé para ver el concierto) y un servidor, poco más. Pasadas las 9 apareció en escena James Walsh (líder de la conocida banda británica Starsailor que prueba temporalmente suerte como solista) quien acompañado únicamente por una guitarra acústica, un piano eléctrico y un pedal percusivo dio un recital de media hora en el que sonaron conocidos temas de su banda como “Tell me it’s not over”, “Silence is easy” o “Four to the floor” con alguna otra balada propia como “Precious stolen moments”. Al igual que en el pasado concierto de Odense, Walsh dejó al público con un buen sabor de boca.
Pasadas las 10 se apagan todas las luces del Estadio municipal de Oeiras, se encienden las del escenario y salen todos los músicos al tiempo atacando sin apenas titubear “All this time”, ligeramente modificada la melodía, sin embargo el tema recupera ese sonido de mandolina que le hizo tan especial. A continuación Sting manifiesta su alegría por estar esa noche en Lisboa y presenta uno a uno a los músicos, los antes citados Dominic, David y Vinnie (o Vincenzo como le gusta a Sting llamarle frecuentemente) y los más jóvenes, el violinista Peter Tickell (al que ya conocimos en el concierto de la Catedral de Durham) y la corista australiana Jo Lawry (con mucho protagonismo en la “Symphonicity”, ahora su presencia se limita en ocasiones a ejercer de bailarina), con la que Sting sufre un lapsus y olvida su nombre. Las versiones de “Every little thing she does is magic” y de “Englishman in New York” apenas aportan novedades ni falta que hace, funcionan ya de por sí como las piezas de un reloj y Sting lo sabe de buena tinta.
“Seven days” cuenta con un inició portentoso y su estribillo no deja de hipnotizar por muchas veces que lo hayas escuchado. “Demolition man” fue la primera gran sorpresa de la noche, superó notablemente la versión hecha por Police en 2008 con un juguetón Dominic deleitándonos con continuos efectos de guitarra. La melodía venía firmemente reforzada por los teclados de David Sancious (el último en sumarse el tour el pasado marzo y con un papel casi irrelevante en el mismo, sus aportaciones fueron muy discretas y no se le concedió apenas espacio para brillar). “I hung my head” simplemente cumplió, aunque me gustó más la versión de la “Symphonicity” con Sting tocando la armónica al principio y al final de la misma, y “Heavy cloud no rain” sirvió para ahuyentar a los espíritus que provocan la lluvia y de paso para hacer que el público participase en el mismo. Uno de los momentos álgidos del espectáculo, como también lo sería la muy rockera “Driven to tears” que finalizaba con un solo salvaje de violín por parte de Peter, que como comprabaríamos más adelante, se metería con facilidad al público en el bolsillo con sus muchos momentos de lucimiento.
El siguiente tramo fue más melancólico, la sencillez y emotividad de dos baladones como son “Fields of gold” y “Shape of my heart” fue extrañamente interrumpida por el cuarto clásico policiaco (después vendrían otros 4 más) “Message in a bottle”, que aunque quizás mal situado en el repertorio, a nadie pareció importarle. Las reminiscencias country de “Love is stronger than justice” se acrecentaron con los detalles folk que aportaba el violín de Peter, quien se encaró a Sting para hacer su mejor y más largo solo de la velada, dejando al público exhausto. En “The hounds of winter” encontraron su momento Vinnie y sobre todo Jo que aportó unos coros angelicales que me llevaron a pensar que estaba contemplando el momento más emocionante y sorprendente de la hora y media de concierto transcurrida. Al tema que abría el álbum “Mercury falling” con esta enésima transformación se le ha insuflado nueva vida.
Sting bromeó preguntando que si alguien sabía el significado de la palabra “fox” (zorro), entonces sabíamos que el comentario venía a cuenta del tema central de la estupenda cara B “End of the game” de las sesiones de “Brand new day”, ninguneada en su día y puesta en el lugar que merece desde que se colara en el repertorio de la gira “Broken music”. Uno de mis temas favoritos de Sting y otro de los mejores momentos de la velada. A “Never coming home” sin embargo no se le ha sabido coger el tono, los estribillos suenan forzados y el solo final de Peter algo reiterativo, al no hacerse un medley con “When the world is running down” el protagonismo de David se limitó a unas breves notas de esta algo decepcionante versión y no contó con ningún otro solo en toda la velada. Una vez terminado el tema los músicos se acercaron al borde del escenario y se despidieron rápidamente.
El tradicional “Desert rose” comenzó la tanda de bises con un Sting imitando a su manera al argelino Cheb Mami y poniendo a bailar a las diez mil personas allí presentes. Con “King of pain” se abría el baúl de los recuerdos para los más entrados en años, de ahí en adelante todas las canciones interpretadas contarían con más de tres décadas de vida. “Roxanne” supuso toda una sorpresa porque en esta gira la ha tocado solo en cinco ocasiones (en los cuatro conciertos de Sudáfrica y en uno en Estados Unidos) aunque se optó por una versión con menos fuerza que en otras ocasiones. “Every breath you take” nunca puede faltar a la cita y esta noche no fue una excepción, luces de teléfonos móviles empezaron a verse por todas partes, para entonces las cuerdas del arco de Peter Tickell estaban rotas de los solos incendiarios que había realizado. Todos volvieron a irse del escenario, todos menos Dominic que se quedó repitiendo unos riffs de guitarra, faltaba la guinda final “Next to you”, una estupenda y animada qcanción con la que cerrar como merece un buen concierto de rock. La otra opción habría sido que “Fragile” hubiese cerrado el show de un modo intimista (como sucedió dos días antes en Zagreb). Tampoco me hubiese importado. Como comentamos Carlovita y yo después de que todo acabara, habíamos visto un estupendo y variado concierto, muy trabajado, en el que tenía idéntica importancia la carrera de Sting con Police como en solitario, era una vuelta al rock aunque ese insistente violín nos recordaba que Sting no ha dejado atrás esa pasión casi obsesiva hacia la música clásica y hacia el folclore inglés. ¿Qué nos deparará el futuro?. Lo que nos quedó claro a los 2 es que los 1.200 kms habían merecido la pena.
All this time / Every little thing she does is magic / Englishman in New York / Seven days / Demolition man / I hung my head / Heavy cloud no rain / Driven to tears / Fields of gold / Message in a bottle / Shape of my heart / Love is stronger than justice (The munificent seven) / The hounds of winter / End of the game / Never coming home.
ENCORES:
Desert rose / King of pain / Roxanne / Every breath you take / Next to you.
TELONERO:
James Walsh.
MÚSICOS:
Sting (Voz y bajo), Dominic Miller (Guitarra), David Sancious (Teclados), Peter Tickell (Violín eléctrico y mandolina), Vinnie Colaiuta (Batería) y Jo Lawry (Coros).
AUDIENCIA:
10.000 espectadores.
Buenísima reseña, JKasker. El concierto fue fantástico, la acústica muy buena para tratarse de un Estadio y el clima también acompaño -no hizo demasiado calor ya que el viento atlántico refresco el ambiente (ya se encargó Sting y su banda de caldearlo)-. El ex-policía estuvo muy bien de voz y alcanzó tonos muy altos sin aparente desgaste (haciendo fácil lo difícil). Me gustó el hecho de que diera bastante cancha a varios de sus colaboradores, especialmente al joven violinista Peter Tickell, cuyos solos provocaron entusiastas aplausos entre los asistentes (interpretados con tanta energía que en la última parte del concierto rompió una cuerda del arco con el que rasgaba el violín, como comentas en la reseña, aunque el espectador ocasional probablemente ni se cercioró de esto). La brillante luna en cuarto creciente a pocos días de la luna llena encima del escenario puso el contrapunto fantástico a la noche. Las canciones que más me gustarón fueron: "The Hounds of Winter" (utilizando efectos de voz -ecos- y con la preciosista voz coral de Jo), "Seven Days" (cuyos acordes sincopados fueron rotos con silencios a la vez desconcertantes y necesarios, sin perder el sentido del tema y dotándole de una magia muy especial) y "Demolition Man" (al que Sting dio un giro de tuerca al tema original con gran acierto, me encantó el estribillo en tono agudo interpretado por el "Aguijón").Nada más, agradecerte de nuevo tu inestimable ayuda para temas logísticos (la organización en este sentido no facilitó las cosas a los que acudimos en tren al evento) y esperemos volver a compartir otros conciertos al menos tan inolvidables como este. Que como bien dices, bien valen los 1200 kilómetros (y sus correspondientes peajes). Enhorabuena por el blog. Carlos.
ResponderEliminarGracias por tus comentarios Carlos. Fue una gran idea ver a Sting en Oeiras. En Marbella me habría sentido incomodo contemplando a toda la gente inmovil en sus asientos y en Ibiza me habría sentido muy fuera de lugar. Un saludo.
ResponderEliminarEstamos de acuerdo, JKasker. A Sting no le pega nada ni lo del Club de Tennis de Marbella ni el festival de música dance de Ibiza (por cierto, a Elton John tampoco).
ResponderEliminarYo siempre he pensado que la mejor manera de disfrutar este tipo de conciertos de rock es en pista, lo más cerca posible del escenario, a ser posible en el centro, de tal manera que se pueda apreciar todo lo que pasa y la aportación particular de cada músico al todo. Otra cosa es un concierto de música clásica (tipo Sinchronicities o If on a Winter's Night) donde tiene sentido estar sentado y disfrutar de una manera más tranquila.